Ni plantar un árbol, ni escribir un libro, ni saltar
en paracaídas, ni tener un hijo. Estoy hablando de pequeñas cosas que aunque no
son importantes, me gustaría hacer, porque en mi interior lo he pensado mil
veces pero nunca me he atrevido.
Ahí van:
1.
Pedirle a alguien que habla gritando por el móvil en el autobús que
hable más bajo y dejarle bien claro que molesta y que a los demás no nos
interesa su conversación.
Viajo en autobús unas 3 veces por semana por la mañana muy temprano y
los viajes son de hora y media.
Molesta. Creo que no hace falta que diga más ni que explique por qué.
2.
Cortarme el pelo. Pero corto-corto, y a ser posible en una peluquería,
porque siempre lo he llevado largo o más o menos largo, y siempre me lo corto
yo.
3.
Enviar un mensaje en una botella. Lo he pensado muchas veces, pero me
he contenido por aquello de “no echar basura al mar”, pero algún día me animaré
e idearé la forma más ecológica posible de hacerlo.
4.
Activar el modo “libre albedrío” que todos tenemos durante un día y
ver qué pasa.
La mayoría de las cosas que hacemos, las hacemos porque hay que
hacerlas, pero ¿qué pasaría si las dejáramos de lado e hiciéramos lo que
realmente nos apeteciera?
5.
Fingir que soy una desequilibrada en un ascensor lleno de gente
mientras subimos a un piso muy alto (de veinte alturas para arriba me sirve). Sólo
por divertirme y analizar el comportamiento humano.
6.
Fichar a algún/a dependiente/a totalmente gilipollas de alguna tienda de algún diseñador “superguay”
y hacerme pasar por alguien importante y forrado de pasta para volverle/a
loco/a haciendo que me saque ropa carísima y complementos y mil cosas que me
voy a probar pero que no me voy a comprar jamás.
7.
Subir a un taxi y decirle al taxista con voz misteriosa: Siga a ese
coche…
8.
Activar una alarma de incendios. Sé que no es un juego, pero me
encantaría ver como “llueve” dentro de un cine, por ejemplo, y darme un baño de
espuma en el hall de un centro comercial.
9.
La novena no depende de mí, pero me encantaría que me tocara algo
bueno en algún sorteo… y salir con una botella de champán en la tele después
del sorteo de la lotería de Navidad (por ejemplo).
10.
La décima, en parte tampoco depende totalmente de mí, aunque en gran
medida sí. Me gustaría que llegara un día en que no tuviera nada pendiente en
la cabeza, un día en que no necesitara tener agenda… aunque tener cosas
pendientes por hacer también tiene su lado positivo :-D
Estas son las mías, ¿cuáles son las tuyas?
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