Las expectativas favorables nos ayudan a conseguir nuestras metas, y las desfavorables nos provocan justo lo contrario; de forma inconsciente, solemos responder a lo que las personas que nos rodean esperan de nosotros. Este principio es conocido en psicología como “Efecto Pigmalión”.
El efecto Pigmalión se describe como la
creencia y confianza que tiene una persona y que puede influir en el
comportamiento de otra, es decir, una persona puede conseguir lo que se propone
si los demás creen que puede conseguirlo. Una muestra más de cómo nos afecta lo
que pensamos y cómo nuestros deseos pueden hacerse realidad.
Hay dos tipos de “Efecto Pigmalión”:
·
Positivo: Produce un efecto positivo, aumenta la confianza y
autoestima.
·
Negativo: Disminuye la autoestima y genera inseguridades.
Orígen del “Efecto Pigmalión”
En la mitología griega, Pigmalión era un
escultor que se enamoró con locura de Galatea, una de sus esculturas. La diosa
del amor, Afrodita, terminó concediéndole su mayor deseo y convirtió a Galatea
en una mujer real.
Esta mito se repite siglos después en el
cuento de “Pinocho” y es la misma idea que estudia y propone el libro superventas
“El Secreto” de Rhonda Byrne.
La idea es la misma y es simple, si deseamos
algo con todas nuestras fuerzas, se acabará cumpliendo. La confianza que
tengamos en nosotros mismos y el apoyo de los demás nos ayudará a alcanzar
nuestros objetivos por muy difíciles que estos parezcan, pero por el contrario,
si las expectativas son negativas o los demás nos transmiten miedo a fracasar,
perderemos confianza y es probable que abandonemos nuestra meta o nos salga
mal.
La base del “Efecto Pigmalión” es que los
deseos y las profecías tienden a realizarse cuando las deseamos con todas
nuestras fuerzas.
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